A estas intervenciones debemos agregar la efectuada sobre el inmueble de la Cárcel Real y sede del Ayuntamiento de Caracas, también heredado del periodo hispánico, para consolidar su adecuación como Palacio de Gobierno en 1874, uso que había comenzado a desempeñar en 1842, desde el gobierno de José Antonio Páez. Nos referimos a la actual sede de la Cancillería, mejor conocida como la Casa Amarilla de Caracas, nombre que precisamente adquirió gracias a las mutaciones estéticas conferidas por la intervención de Hurtado Manrique, en la que se dotó de una fachada neoclásica, reemplazando los aleros coloniales por cornisas y parapetos neoclásicos y envolviendo los paramentos de enlucidos de color ocre, para forjar la imagen del edificio icónico de los gobernantes del Partido Liberal Amarillo.
Iglesias de Santa Teresa y Santa Capilla
Este tipo
de actividades no se limitó a las edificaciones de uso gubernamental y
educacional. También lo podemos apreciar en la desconocida reutilización de
componentes estructurales y espaciales como parte de aparentes nuevos edificios
religiosos, que en sus entrañas han de conservar elementos de iglesias del
periodo colonial que les precedieron. Estas acciones se dieron en la erección
de la doble basílica Santa Ana - Santa Teresa, levantada en parte de lo que
había sido el oratorio de San Felipe Neri, de la orden de los Neristas, y en la
erección de la iglesia Santa Capilla, aprovechando parte de la desvencijada
iglesia de San Mauricio. En ambos casos se conservaron muros y algunos vanos de
las edificaciones religiosas que les precedieron, llegando en el de Santa
Capilla en su primera etapa a preservarse los arcos de medio punto que formaron
parte de la nave central de San Mauricio, lo cual explica el que una iglesia
que pretendía emular a la “Sainte Chapelle” de París en estilo y destino
utilitario para preservar las reliquias, utilizara arcos de medio punto y no
ojivales, configurando escenográficamente el estilo, mediante boceles superpuestos sobre los
paramentos, con forma de arcos flamígeros. Según refería la Memoria del
Ministerio de Obras Públicas de 1883:
Otro de los edificios antiguos que afean
hoy la ciudad es el Templo de San Mauricio; ya el Ilustre AMERICANO, Presidente
de la República lo ha dicho, y ha concebido la idea de transformarlo en una
Capilla de estilo gótico que quede aislada por el Poniente que es su fachada
principal, y por el Norte y Sur que son las laterales. El estudio de esta obra
fué encomendado al suscrito у tiene ya muy adelantado el trabajo de sus planos
y presupuestos… (MOP, 1883: 113).
Figura 2.2:
Iglesia Santa Ana Santa Teresa (Veronidae editada por Rabanus Flavus, 2013). Disponible en https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Basilica_de_Santa_Teresa_y_Santa_Ana.jpg
Figura 2.3: Iglesia Santa
Capilla (Frank Fitas, 2007). Disponible en http://www.flickr.com/
photos/fitosumbate/ 2190022330/
Colegio
de las Educandas de Valencia
También
de esta época es importante reseñar el caso de la transformación del antiguo
convento de la congregación de las Carmelitas Descalzas y Colegio de las
Educandas en Palacio de Gobierno de Valencia. Siguiendo la pauta de
readecuación de edificaciones del periodo hispánico para nuevas funciones
republicanas, en este caso como sede del gobierno regional. El convento se
había erigido en 1768, siendo acondicionado entre 1874 y 1879 como sede de los
tres poderes del estado Carabobo de los Estados Unidos de Venezuela. Según
refería la Memoria del Ministerio de Obras Públicas en 1876 (Ministerio de
Obras Públicas, 1876: VIII), los trabajos de adecuación se encontraban muy
avanzados:
Inspiróse el Ilustre Americano al dotar
con este interesante monumento á la capital de Carabobo, en el noble propósito
que anima de realzar nuestras poblaciones ante sus propios ojos, imprimiendo
cierta majestad á las ciudades conspicuas de los Estados de la Unión, para
crear en ellas por este medio, estímulos y aun necesidades civilizadoras que
correspondan á la magnitud y trascendencia de los intereses políticos y
sociales en ellas vinculados.
La Junta encargada de realizar tan bello
pensamiento, comprendiendo sin duda que tan elevadas miras y tan generosos
auspicios imprimían de por sí al emprendido Capitolio de Carabobo cierto sello
de importancia peculiar á la cual debiera corresponder su ejecución, se ha
consagrado á ella con ardor y perseverancia, y con una pulcritud y tal celo en
la inteligente economía de sus trabajos, que estos no solo han progresado á
satisfacción del Gobierno, sino que continúan avanzando con una regularidad que
augura el más completo y pronto éxito.
El
proyecto de adecuación fue dirigido por el Ingeniero Mariano C. Revenga, con
apoyo de la Junta de Fomento constituida por el Dr. Víctor Alvarado como Presidente,
Matías Paz en calidad de Vocal y Francisco González, hijo como secretario
(Ministerio de Obras Públicas, 1876: 107).
Figura 2.4: Capitolio de
Valencia (Cripso P, 2013). Disponible en https://es.foursquare.com/v/capitolio-de-valencia/4dde9aff52b155583e060809?openPhotoId=526553e111d2d3c5e537f2e2
3.- PERIODOS
MODERNO Y CONTEMPORÁNEO (1935-1970)
En
décadas recientes, han sido numerosos los casos de adecuación a nuevos usos,
concatenados con procesos de restauración y rehabilitación de edificaciones. Dentro
de estos se presentan hibridaciones interesantes de experiencias de
adecuaciones de edificios a diversos usos.
3.1.- DE CASAS DE HACIENDA A CENTROS CULTURALES
Dentro de
las intervenciones efectuadas en estancias y haciendas se tienen varios casos,
destinados en su mayoría a alojar museos y centros culturales, tanto por
iniciativa privada como gubernamental. Podemos referir de forma temprana las
experiencias desarrolladas en el tema habitacional periurbano de las estancias
de Anauco Abajo y de Anauco Arriba, o de las casas y unidades de producción de las
haciendas Montalbán y La Vega, al oeste de Caracas o, de la estancia La
Floresta y la hacienda La Trinidad al noreste y sureste de Caracas
respectivamente.
Todos
estos casos encarnan interesantes ejemplos de la combinación de la actividad restaurativa
con el reúso adaptativo, en los que se conservaron componentes de valor de la
arquitectura e infraestructura semi industrial, su espacialidad y materialidad,
incorporando algunos dispositivos, paredes y estructuras reversibles para
albergar las funciones expositivas y comerciales adjuntas de apoyo.
Hacienda
– Estancia La Floresta
La hacienda
Estancia La Floresta había sido uno de los núcleos primarios de producción de
cultivos de café en el valle de Caracas, junto con las haciendas Blandín y San
Felipe introducido por los Padres Sojo y Mohedano. Los predios de La Floresta
fueron comprados por la familia Sosa en 1915, a quienes perteneció por décadas,
hasta 1989 cuando la pusieron en venta. Entonces fue adquirida por Petróleos de
Venezuela, con el fin de readecuarla, en un principio, como albergue temporal
de huéspedes ilustres del Estado Venezolano. La iniciativa temática se había
inspirado en el proyecto análogo de la Casa de Huéspedes Ilustres de Colombia, desarrollado
en Cartagena de Indias, por el arquitecto Rogelio Salmona en 1986. El proyecto
de restauración y readecuación de usos fue contratado en 1989 a la extinta Fundación
para el Rescate y Conservación de Inmuebles, Localidades y Bienes de Valor
Histórico, Religioso y Cultural (FUNRECO), con sede en Caracas.
El
conjunto conserva la casa de hacienda principal, la casa del capataz, el
espacio de la trilla, el espacio de clasificación del café, además de los
patios de secado. El proyecto de restauración y readecuación de uso fue desarrollado
en dos etapas por el equipo técnico de FUNRECO, bajo la coordinación del
arquitecto Ramón Paolini y la participación de los arquitectos Germán Mantilla
y Francisco Pérez Gallego, en los proyectos de las áreas de producción y la
casa de hacienda, respectivamente.
La fase
proyectual se extendió durante el año 1991, emprendiéndose las obras en 1992.
Sobre la marcha de los trabajos, PDVSA decidió dedicar exclusivamente el
inmueble al desarrollo de funciones culturales, lo que precisó ajustar las áreas
de habitación previstas en el proyecto inicial, que demandaban mayor
segregación espacial, a favor de espacios diáfanos para las funciones
expositivas. Las obras continuaron con ese programa, dando origen al Centro de
Arte La Estancia, inaugurado en 1995 como un centro cultural aglutinador de
funciones diversas, entre las que se previó un centro de información, salas de
exposición, salas de reunión y seminario, entre otras funciones flexibles
dispuestas en los jardines.
Figura 3.1: Estancia La Floresta, municipio Chacao, Caracas (Tajmahal Genavi . Pdvsa La Estancia Caracas, 2014). Disponible en http://www.minci.gob.ve/sede-de-pdvsa-la-estancia-caracas-cambia-sus-horarios/
La
Hacienda La Vega
La
hacienda La Vega por su parte, era una de las haciendas productora y
procesadora de caña de azúcar más antiguas del valle de Caracas. En producción
desde alrededor de 1590, fue pasando por las manos de varios propietarios,
entre otros la familia Tovar quienes la habían adquirido en 1620. Es propiedad
de la familia Úslar desde 1899, cuando fue adquirida por Jorge Úslar, a través
de una transacción con el extinguido Banco Caracas (Weishaar, Ferreira y
Cabrera, 1977). Desde la segunda mitad del siglo XX fue escenario de distintos
eventos sociales, bajo la iniciativa de los sucesores de Jorge Uslar, la
familia Herrera Uslar-Gleichen, albergando en calidad de huéspedes temporales a
destacadas personalidades del ambiente artístico y del jet set internacional,
tales como Christian Dior, Salvador Dalí, la princesa Margarita y el actual rey
Carlos III de Inglaterra, cuando era príncipe (Piñango López, 20 de abril de
2019).
Fue
declarada Monumento Histórico Nacional, el 17 de noviembre de 1970 según gaceta
oficial número 29.371. La misma familia Uslar emprendió su restauración y
readecuación en 1997, con el fin de conservar los espacios habitacionales
principales y poner en uso el conjunto de la unidad de producción, para
actividades turístico-culturales, entre las que se incluye la realización de convenciones,
exposiciones, visitas turísticas y eventos de corte político y socio cultural.
Actualmente, además de estas actividades, funciona en una parte de sus
espacios, la Alberto Vollmer Foundation Inc., creada en 1987, en la cual se custodian
las colecciones documentales de Alberto Vollmer, de Alfredo Boulton y del
arquitecto Tomás José Sanabria (Fundación Alberto Vollmer, 2010).
Figura
3.2: Hacienda La Vega, municipio Libertador, Caracas (Faustino Ubiaga,
2014). Disponible en https://twitter.com/ubiaga/status/1098734135856807936/photo/1
Hacienda
La Trinidad
Un caso
más reciente de adaptación de la Arquitectura integrante de los inmuebles que
otrora formaran parte de una unidad de producción, lo constituye la hacienda La
Trinidad, emplazada en el municipio Baruta del estado Miranda, comprendida
dentro del área metropolitana de la Gran Caracas. Sus orígenes se remontan a
las primeras concesiones otorgadas por Diego de Losada, en el proceso de
conquista del valle de Caracas; en este caso a Alonso Andrea de Ledesma, quien
asumió “la primera encomienda sobre terrenos ocupados por indígenas en el Valle
del Cacique Baruta” (Hacienda La Trinidad Parque Cultural, 2023), dedicándolo
como hato para la cría de ganado a partir de 1582.
Más
tarde, hacia el siglo XVII, deviene en hacienda dedicada inicialmente al
cultivo de trigo. En el siglo XVIII se diversificó, enfocándose en los cultivos
de café y caña de azúcar. A comienzos del siglo XIX fue adquirida por la
familia Vegas, quienes conservan la producción de café y caña de azúcar, hasta
el siglo XX, cuando en 1919 la venden al médico, investigador, empresario y
político Rafael González Rincones (1885-1958), quien será su propietario hasta la
década de 1950 (Fundación Polar, 1997a). Este, conserva la actividad agrícola
de ambos rubros hasta 1945, cuando decide volcarse de manera experimental al
cultivo y procesamiento del tabaco por exiguos años.
Esta
diversidad de rubros fue legando una pluralidad de estructuras representativas
de los procesos de transformación de cada género. En el siglo XVIII se
edificaron el trapiche y la casa vieja o principal, siendo su propietario para
1740 el sacerdote Ignacio Rengifo Pimentel, quien las edifica hacia 1758. La
casa auxiliar, estuvo dedicada como centro de procesamiento y almacenaje de
café. En 1945 se incorporaron los siete secaderos, dedicados a la
deshidratación y maceración de las hojas de tabaco, proyectados por el
arquitecto Bastianini (Suárez, 2016).
El
proceso de ocupación y construcción sostenido en la segunda mitad del siglo XX,
sobre los terrenos otrora agrícolas del valle de Caracas, incentivó al igual
que en otras haciendas la conversión de La Trinidad en urbanización. En 1950, habiendo
mermado la actividad agrícola, Rafael González Rincones decide emprender en la
actividad inmobiliaria vendiendo a terceros, parte de las tierras para el
desarrollo de la llamada urbanización “ciudad satélite” de Caracas, la cual
contemplaba un sector industrial y otro residencial.
No
obstante, preservó parte de la propiedad, específicamente la correspondientes a
las áreas de habitación y trabajo. En la década de 1960 continúa la venta de
terrenos, entre otros al Banco Obrero para emprender desarrollos de vivienda de
interés social y clase media. En 1965 venden el área del trapiche y sus
alrededores al escultor y diseñador Cornelius Zitman, quien erigió la
Casa-taller Zitman, una estructura moderna que incorporó y aprovechó vestigios
del antiguo trapiche, tales como la torre-chimenea, cuatro muros y la rueda hidráulica
(Hacienda La Trinidad Parque Cultural, 2023).
En 1970,
los sucesores de González Rincones, deciden resguardar el área restante que
incluía los inmuebles más significativos, y su entorno natural inmediato que
alcanzaba una superficie de unos 15.000 m2, “como un refugio para la memoria
histórica” (Hacienda La Trinidad Parque Cultural, 2023). Esta decisión permitió
madurar con los años, un proyecto para la conservación y adecuación de sus
espacios, que fructificó en la “Hacienda La Trinidad Parque Cultural”, puesta
en uso en 2011. Tal como refieren en su web constituye “un centro cultural y
patrimonial concebido para fomentar el arte, la historia y la cultura
venezolana y lo consoliden como parte importante de un circuito de turismo
cultural que contribuya positivamente al cambio social, educativo y cultural de
la comunidad” (Hacienda La Trinidad Parque Cultural, 2023).
El
proyecto de restauración y readecuación de usos involucró a la arquitecta Ana
María Marín Mendoza, quien fue la responsable del plan de manejo y
readecuación, y al arquitecto Ramón Paolini en la propuesta de restauración de
los espacios. La casa Zitman por su parte se mantiene como una propiedad
privada en manos de la familia Zitman.
Figura
3.3.: Hacienda La Trinidad, municipio Baruta, Caracas (Maita, Jesús, 2017).
Disponible en https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Hacienda_la_trinidad.jpg
3.2.- DE
VIVIENDAS URBANAS O PARA TEMPERAR, A CENTROS CULTURALES
Además de
los casos de conversión de casas de hacienda como centros culturales, también
podemos encontrar varias experiencias de readecuación de residencias urbanas y
periurbanas como centros culturales, desarrolladas en distintos momentos.
Casa
de la familia Mendoza
Un caso temprano
fue la restauración de la Casa de habitación de la familia Mendoza en Caracas, y su readecuación como Casa
de Estudio de la Historia de Venezuela Lorenzo Mendoza, emplazada entre las
esquinas de Veroes y Jesuitas. La residencia fue construida en el siglo XVIII, específicamente
en 1761 como colegio y residencia de la Compañía de Jesús, hasta 1767 cuando se
produjo la expulsión de los Jesuitas de los territorios adscritos al reino de
España. Entonces el inmueble fue cambiando de dueño, adquiriendo durante el
periodo hispánico diversos usos, entre el residencial, pasando luego a
funciones institucionales vinculadas con la Corona, tales como sede del
Batallón de Veteranos de Caracas (1771-1777), Casa de la Renta del Tabaco
(1793-1816) y más tarde como sede la Real Casa de la Moneda (1817-1818), cuyas
funciones legó algunas estructuras al inmueble. Durante el siglo XIX, en
tiempos republicanos volvió a asumir funciones educacionales sirviendo como
sede temporal a los colegios El Salvador del Mundo (1849-1859), dirigido por
Juan Vicente González y más tarde, al colegio Santa María (1859) dirigido por Agustín
Aveledo (Fundación Empresas Polar, 2023).
El
conjunto integral se compone de dos viviendas adosadas, al parecer derivadas
desde sus orígenes de las dos funciones compartidas que se desarrollaron en sus
espacios como residencia y colegio de la Compañía de Jesús. No obstante, luego
se separaron, volviendo a integrarse por parte de los Mendoza. Primeramente, en
1893 Lorenzo Mendoza Buroz, adquirió la casa identificada con el número 22,
para destinarla como residencia familiar. Los descendientes compraron en 1903
la casa colindante con el lindero norte, identificada bajo el número 24,
procediendo a integrarlas como una unidad habitacional. Desde entonces ha permanecido
bajo la propiedad de la familia Mendoza hasta el presente, albergando a los
matrimonios y descendientes Mendoza Martínez, Mendoza Fleury y Mendoza Quintero
(Fundación Empresas Polar, 2023). Los sucesores fueron desarrollando
modificaciones funcionales y estilísticas, siendo importantes las reformas
incorporadas en la década de 1930 por el matrimonio de Lorenzo Alejandro
Mendoza Fleury y Mercedes Quintero en las dependencias traseras, cuando se
efectúan agregados de lenguaje neocolonial.
A comienzos
de la década de 1990, los descendientes de Mendoza, que ya no residían en el
lugar, decidieron darle un uso a la edificación que se articulara con las
funciones filantrópicas, académicas y editoriales desarrolladas por la
Fundación de Empresas Polar, de propiedad familiar, en especial para apuntalar el
perfil de una de sus más destacadas publicaciones, el Diccionario de Historia
de Venezuela. Se propusieron entonces “destinar este espacio a ser memoria
viva, pero también lugar de estudio y divulgación de la historia de Venezuela,
así como lugar de esparcimiento y sosiego de los vecinos, transeúntes,
visitantes y del público en general” (Fundación Empresas Polar, 2023).
El
inmueble sigue el patrón de las casas del periodo hispánico. Ambas casas tienen
patio interior rodeado por corredores; la principal central y la del lado norte,
lateral, compartiendo entre ambas un traspatio, al que se vuelca un corredor
posterior y otras estancias. El inmueble se encuentra protegido como Bien de
Interés Cultural por estar incluido en el Catálogo del Inventario Cultural
Venezolano por el Municipio Libertador (Instituto
del Patrimonio Cultural,
2007: 149).
El
inmueble fue sometido a estudios diversos; histórico, arqueológico y de diagnóstico
conservativo, orientados a su restauración, donde estuvo involucrado parte del
equipo del Instituto Experimental de la Construcción - IDEC, bajo la
coordinación del arquitecto Luis Guillermo Marcano, que también coordinó el
proyecto de restauración y las posteriores obras para su puesta en uso y
musealización, con apoyo de un equipo multidisciplinario de profesionales. Las
obras se desarrollaron entre 1997 y el año 2000, poniéndose en uso en 2001,
desde cuando funciona con una diversidad de actividades hasta el presente.
Figura
3.4: Casa de Estudio de la Historia Lorenzo Mendoza. (Guillermo Ramos Flamerich,
2008). Disponible en https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Lorenzo_Mendoza_House_for_the_study_of_Venezuelan_History.jpg
Casa
de Antonio Guzmán Blanco en Antímano
De igual
forma, otro inmueble residencial que pasó de ejercer funciones habitacionales, a
funciones culturales fue la casa de recreo del expresidente Antonio Guzmán
Blanco, en la localidad de Antímano, para ese entonces de rasgos campestres. La
residencia fue construida entre los años 1879 y 1884, como casa para temperar,
la cual compartía con la casa análoga en la localidad de playa de Macuto, La
Guzmania. No obstante, al parecer en esta residencia transcurría la mayor parte
de su tiempo dada la proximidad al área urbana de Caracas.
Fue
declarada Monumento Histórico Nacional el 13 de agosto de 1979, por la Junta
Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la
Nación, según Gaceta Oficial 31.797 (Instituto
del Patrimonio Cultural,
2007: 158).
La
tipología alude al patrón de las casas de hacienda, con estructuras de pie
derechos y armaduras de madera, y cubiertas de tejas de lenguaje ecléctico. El
inmueble consta de una planta rectangular simétrica con patio central que
reitera la forma, a la que se acoplan en su fachada posterior una
prominencia o ensanche de forma convexa, a manera de mirador, que se articula
con los corredores perimetrales. Se desarrolla en dos niveles, que aprovechando
la topografía del terreno se manifiestan como una sola planta en la fachada
principal, y como dos en la posterior, de las cuales la inferior funciona como un
basamento a manera de semisótano, cuyos laterales van decreciendo hacia el
frente, donde quedan bajo tierra.
La
primera iniciativa para su restauración se efectuó en la Fundación para el Rescate y Conservación de Inmuebles,
Localidades y Bienes de Valor Histórico, Religioso y Cultural - FUNRECO, dentro de la
cual se comenzó a desarrollar un proyecto bajo la coordinación del arquitecto
Germán Mantilla Monagas. Al cierre de la fundación, la idea fue retomada por
Fundapatrimonio, concretándose entonces el proyecto, que siguió liderado por el
arquitecto Mantilla. Los trabajos por cuenta de la Alcaldía de Caracas se
ejecutaron entre 2003 y 2004, siendo inaugurada como centro para la animación
cultural de la comunidad local, en el que se efectúan actividades educativas, culturales
y recreativas hasta el presente.
Figura
3.5: Casa de Guzmán Blanco en Antímano. (Alcaldía de Caracas, 2014). Disponible en https://alcaldiadeccs.tumblr.com/post/97079000049/embed
Villa
Teola
Además de
los casos precedentes, otro ejemplo de readecuación de uso como centro cultural,
ejecutado en tiempos recientes fue el proceso a que fue sometida la villa
Teola, emplazada en Los Teques. Aunque algunas fuentes la vinculan con Cipriano
Castro, en realidad fue proyectada y construida en 1912, por iniciativa del médico
y político, Arnoldo Morales Sumoza, bajo el nombre de Villa Amelia. Fue adquirida
en 1917 por el general Antonio Pimentel, quien la compra por 110.000 bolívares,
como residencia para temperar, renombrándola como villa Teola en honor a su
esposa Teolinda (Monsalve, 2017, mayo 17). Desde entonces fue conocida bajo ese nombre tanto la casa como
los amplios y frondosos jardines que la rodean, característicos del paisaje de
montaña del lugar.
Respondía
a un lenguaje ecléctico, diseminado a través de una profusa ornamentación de
molduras, balaustradas y cresterías almenadas. Presentaba una volumetría asimétrica
rodeada por corredores abiertos rodeados por columnas, a los cuales se
encastraban volúmenes prismáticos, que producían terrazas, bow Windows y torres
miradores de planta octogonal y cuadrangular.
El
inmueble se había comenzado a demoler por parte de un consorcio argentino, el 20
de agosto de 1982, con el fin de erigir en sus terrenos un conjunto residencial
de alta densidad. Sin embargo, la protesta colectiva de la comunidad hizo
efecto en el Concejo Municipal, cuando su presidente ordenó su suspensión,
argumentando que constituía un patrimonio histórico y cultural del municipio
Guaicaipuro, con características de Parque Regional (Monsalve, 2017, mayo 17). Fue
entonces declarada patrimonio histórico del municipio Guaicaipuro por el
Concejo Municipal. Pese a ello, el lugar devino con los años en refugio de antisociales
y vertedero improvisado.
En 2007 el
conjunto sobreviviente fue incluido en el catálogo del Inventario del
Patrimonio Cultural venezolano por el Municipio Guaicaipuro, bajo el título de “Ruinas de la Villa Teola” (Instituto del Patrimonio Cultural, 2008: 49-50). Gracias
a estas acciones se logró salvar y readecuar el inmueble y su paisaje
circundante, siendo a posteriori la compañía del Metro de Los Teques quien se
ocupó de contratar un proyecto y obras para su restauración y readecuación, a
partir del cual fue restaurada y readecuada como centro cultural, siendo
inaugurada en 2017 como Parque Social y Cultural Villa Teola.
El
proyecto fue coordinado por el arquitecto Luis Guillermo Marcano, con
participación de la arquitecta Hersilia Barbosa en el desarrollo. Si bien se
había perdido gran parte de la edificación, los elementos conservados se
restauraron e incorporaron dentro del diseño del nuevo núcleo cultural, para
albergar funciones como centro de documentación, salas de reunión y asambleas y
servicios conexos.
Figura
3.6: Villa Teola. (Esfera Cultural, 2017). Disponible en https://esferacultural.com/villa-teola-reflorece-distancia-31-anos/5257
3.3.- DE CENTROS DE PRODUCCIÓN Y COMERCIALIZACIÓN A CENTROS CULTURALES
Trapiche
Los Clavo
Otro
ejemplo de interés por mencionar es el de la restauración y adecuación del
Trapiche, integrante de la hacienda de la familia Clavo Carrillo, en Boconó,
perteneciente en sus orígenes al general Santana Saavedra, comerciante y
gobernador del estado Trujillo en 1878, quien la vendió a Perpetuo Clavo, un
ciudadano natural de Tostós. Este contrajo nupcias con Josefa Carrillo Monreal,
nieta del general José de la Cruz Carrillo Terán, héroe de la independencia,
unión de la cual nacerían los herederos Perpetuo y Juan Bautista. Estos
trabajaron en pro del progreso de las tierras, los cultivos de caña de azúcar y
el trapiche, hasta sus respectivas defunciones, cuando al no dejar
descendencia, el Estado expropió las tierras por utilidad pública, para ser
otorgadas al Instituto Nacional de la Vivienda (INAVI).
La
iniciativa de restaurar y readecuar el inmueble procedió del profesor arquitecto
Domingo Miliani, quien propuso fundar una institución museística en Boconó,
para lo cual recurrió al apoyo de las Damas Voluntarias de Acción Social. Como
producto de estas acciones se creó la Asociación Civil Amigos de Boconó, que
logró obtener en comodato el inmueble Trapiche Los Clavo, de parte del INAVI (Museo Trapiche Los Clavo, 2015). A
partir de entonces, con apoyo del CONAC, se desarrolló el proyecto desarrollado
por la arquitecta Maya Felice. El museo abrió sus puertas en 1986 reutilizando las
estructuras del antiguo trapiche, enfocado en exaltar el arte popular de la
región.
En 1997 pudieron
adquirir el inmueble y los terrenos adjuntos, lo que les permitió la ampliación
del proyecto para dar cabida a otras instituciones de carácter cultural tales como
el Museo del Café, la Biblioteca Pública Isaura Saavedra, la Orquesta Sinfónica
Juvenil Módulo Boconó, Talleres Artesanales y un Módulo de Información
Turística. En esta segunda etapa intervino el arquitecto Ramón Paolini, quien
acometió otras intervenciones para la habilitación de nuevas áreas.
Figura
3.7: Museo Trapiche Los Clavo, Boconó (Antonio Nicolas, 2021). Disponible en https://twitter.com/antonio28004366/status/1383814589641478147/photo/3
Estación
de ferrocarril El Consejo
Igualmente
podemos referir la adaptación de estructuras de tema comercial-industrial como fue
la antigua estación de ferrocarril El Consejo, perteneciente a la red del Gran
Ferrocarril de Venezuela, que desde 1894 unía Caracas con Valencia. Esta fue
restaurada entre 1986 y 1988 por iniciativa como promotor del ingeniero Alberto
Vollmer Herrera, biznieto por la rama paterna de don Gustavo Vollmer Ribas,
propietario originario de la hacienda familiar, quien la adquirió en 1885
(Marín Primera, 2020).
El
proyecto fue desarrollado en 1986 por el arquitecto Tomas José Sanabria, a
quien se le encomendó desarrollar un estudio para su restauración, que contempló
también su adecuación para actividades museísticas, dentro de las cuales se
consideró la rehabilitación de varias locomotoras y vagones antiguos para su
exhibición y utilización dentro de la hacienda (Sanabria, 1986). El proyecto “ordenó
tender 12 kilómetros de vías férreas dentro de la centenaria Hacienda Santa
Teresa”, además de recuperar la estación para fines turísticos y culturales con
el fin de movilizar a los visitantes, y desarrollar visitas guiadas para el
conocimiento del proceso del cultivo y extracción de la caña de azúcar, y del
proceso productivo artesanal del célebre ron de fama internacional "Santa Teresa".
Figura
3.8: Estación El Concejo, El Concejo (D.R., 2018). Disponible en
http://viajesyturismoguiguevenezuela.blogspot.com/2014/02/27-El-Consejo-Edo-Aragua-Hacienda-Santa-Teresa-Venezuela-La-Historia-del-Ron-en-Venezuela.html
Mercado
Central de Maracaibo
Otro
proyecto de restauración y readecuación conducente a un centro de artes fue el
efectuado en Maracaibo en el Mercado Central. Corresponde a un inmueble de
estructura ferro vítrea prefabricado de planta rectangular y esquinas romas,
formado por cubiertas perimetrales en pendiente y el encuentro de dos grandes
bóvedas a manera de crucero en el centro, rematado por cuatro linternas con cúpulas
en las esquinas. El edificio había sido adquirido a la empresa de origen inglés
Richter & Pickis Industrial Engineers London E.G. por contrato del 13 de
julio de 1928, para restituir la edificación del mercado principal de la
ciudad, cuya estructura precedente había sucumbido en un incendio en 1927. El
traslado y montaje de la estructura del mercado se prolongó entre 1928 y 1930,
bajo la dirección del ingeniero de origen belga León Jerome Hoet (Zawisza,
1989: 100-108).
La
restauración del inmueble a nivel estructural había sido efectuada a través de
la Gobernación del estado, desde 1973 cuando se decidió reutilizar el edificio
como Centro Popular de Cultura, funcionando hasta 1982 cuando cerró debido a
que, si bien la estructura se había consolidado, presentaba problemas acústicos
y térmicos que limitaban un uso confortable, debido a sus condiciones
espaciales y materiales. En ese marco,
la escultora Lía Bermúdez que se desempeñaba como Secretaria de Cultura del
Estado, propuso al Gobierno Nacional la necesidad de efectuar un proyecto de
readecuación, que, con el apoyo de la Dirección de Museos, adscrita al Consejo
Nacional de la Cultura le fue encargado al Ministerio de Desarrollo Urbano
(MINDUR).
El
inmueble fue declarado Monumento Histórico Nacional por la Junta Nacional
Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación el
6 de octubre de 1986, según Gaceta Oficial N.º 33.570 (Moreno, 1998: 53;
Instituto del Patrimonio Cultural, 2010: 40). Este comisionó el proyecto al arquitecto
José Espósito, quien valiéndose de la estructura existente habilitó el edificio
para funciones culturales tan diversas como “teatro y artes escénicas en
general, salas de exposiciones, centro de información y documentación,
biblioteca para las artes universales, sala de lectura, sala audiovisual,
tienda de arte y cafetín-restaurante”. Las obras se completaron en 1990 cuando
se creó institucionalmente el Centro de Arte Lía Bermúdez, siendo inaugurado
formalmente el 4 de noviembre de 1993. Desde entonces se mantiene activo hasta
el presente como núcleo principal de las dinámicas culturales de la ciudad
marabina y en general del estado Zulia.
Figura
3.9: Centro de Arte Lía Bermúdez, Maracaibo (Wilfredor, 2013) Disponible en
https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Art_Center_Maracaibo_Lia_Bermudez.jpg
3.4.- DE NÚCLEO RELIGIOSO A CENTRO DE INFORMACIÓN
La Capilla Nuestra Señora de Lourdes
La Capilla Nuestra Señora de Lourdes del Paseo Guzmán Blanco, luego llamado Independencia, y actualmente conocido como parque Ezequiel Zamora, fue proyectada como capilla dedicada al culto de la virgen, en su advocación como Nuestra Señora de Lourdes, por el arquitecto Juan Hurtado Manrique en 1885. Se erigió por iniciativa de los señores Enrique Rodríguez Díaz y Félix García Fuentes, en representación del Gobierno Nacional y de los deseos de Misia Jacinta, la esposa de Joaquín Crespo. El nuevo templo buscaba además compensar la pérdida de la capilla de El Calvario, que había sido demolida para la construcción del Acueducto y estanque de El Calvario.
La nueva capilla se caracterizaría por constar de “una sola nave en un rústico neogótico, con las pseudobóvedas revestidas de madera; sus ventanas ojivales en dos niveles, producen exteriormente el efecto de gran altura, acentuado con la esbelta terminación de la torre campanaria (sic); la completa un semisótano surgido por la desigualdad del terreno” (Zawisza, 1988:3-210). Además de la nave, siguiendo un patrón en forma de cruz latina, presenta dos brazos laterales, aunque el testero sigue una traza semi-octogonal. Fue edificada en 76 días, lo cual representó un desafío técnico para la época por su implantación. Según refería la Memoria de Obras Públicas “Magnífico se ostenta el Santuario de Lourdes al Norte del Paseo Guzmán Blanco, en la parte más escarpada del monte, asentada sobre una inmensa roca caliza y dando frente a la Estación del Ferrocarril de Caracas a La Guaira, como un testimonio mudo, pero elocuente, del adelanto material del país…” (Ministerio de Obras Públicas, 1886:10).
Lamentablemente, la falta de actividades litúrgicas permanentes, por no haber adquirido como iglesia un estatus parroquial, sino el de iglesia subalterna adscrita a la Catedral, contribuyó a través del tiempo a generar sucesivos problemas de conservación. Pese a ello fue utilizada durante gran parte del siglo XX por muchos ciudadanos para celebrar matrimonios y otros oficios religiosos especiales. Sin embargo, se dejó de utilizar a raíz de algunos actos profanos e incluso el suicidio de un clérigo en su interior, lo que desencadenó un progresivo deterioro que se prolongó durante décadas.
Así, hasta 1981, cuando se emprendió su primera restauración coordinada por el arquitecto Ramón Paolini, circunscrita dentro del proceso de recuperación integral del parque El Calvario, dirigido por el arquitecto Pedro Vallone y el arquitecto paisajista Eduardo Robles Piquer. No obstante, la falta de uso constante incidió en que a finales del milenio presentara de nuevo problemas. Fue entonces de nuevo intervenida, entre 2001 y 2004 ya bajo el criterio de un mantenimiento correctivo, como parte del proyecto de restauración integral del parque El Calvario, desarrollado por Fundapatrimonio y articulado con el Núcleo de Desarrollo Endógeno Eje Turístico El Calvario, en el que se decidió readecuarla como Infocentro digital sobre la ciudad. Fue declarada sitio de Patrimonio Histórico Cultural, según Gaceta Oficial 38.383, del 20 de febrero de 2006 (Instituto del Patrimonio Cultural, 2007: 110).
A
pesar de ello, sigue siendo un caso complejo, debido a la intermitencia de
actividades en su interior. Debió ser intervenida de nuevo en 2014, lo cual
demuestra la importancia del reúso adaptativo en los inmuebles, como apoyo a la
conservación cuando las edificaciones han perdido su vocación original. En la
actualidad demanda de nuevo trabajos de conservación y su adecuación a un uso
que en definitiva sea permanente y sostenible en el tiempo.
Figura
3.10: Capilla Nuestra Señora de Lourdes. (Wilfredor, 2014). Disponible en
https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Capilla_de_Lourdes.jpg
3.5.- DE
CENTROS MÉDICO ASISTENCIALES A CENTROS CULTURALES
Hospital
de Caridad y Capitolio de Ciudad Bolívar
Otra
experiencia interesante fue la intervención de restauración y reúso adaptativo
efectuada en Ciudad Bolívar, entre 1990 y 1992, para la conversión en Centro de
las Artes, del inmueble que fuera proyectado como Hospital de Caridad San Juan
de la Cruz, por iniciativa del gobierno de Juan Bautista Dalla Costa, por el
ingeniero polaco Alberto Lutowsky en 1870. El edificio comenzó a construirse
entonces, pero los trabajos se vieron paralizados como consecuencia de la
muerte del ingeniero Lutowsky en 1871, el estallido de la Guerra de los
Azules y la expulsión de Dalla-Costa, hasta que en 1883 se reanudaron, convocando a la iniciativa privada para su terminación.
No
obstante, la insuficiencia presupuestaria y la inestabilidad política
ralentizaron la conclusión de la obra, dando lugar en 1892, ante el estallido
de la Revolución Legalista de Joaquín Crespo, y el avance de un foco de esta, desde el Territorio Federal del Yuruary hacia Ciudad Bolívar, a que el
Gobernador Santos Carrera decidiera concluirla con apoyo del erario nacional, para
destinarla como Cuartel de las Fuerzas Armadas Nacionales. El inmueble
se utilizaría para alojar temporalmente a los contingentes militares de Andueza
Palacios y Santos Carrera, procedentes del centro del país para confrontar a
los grupos favorables a la Revolución Legalista. Una vez convertido en cuartel, fue utilizado de manera estable
por el Batallón Cordero, al mando del
General Ovidio Salas (Fernández, 1995:
183). Comenzó a reconocerse desde entonces como el Capitolio, por analogía con
la imagen que el edificio había adquirido como fortaleza o ciudadela defensiva
de la localidad, simbólicamente representada por la añadidura de garitas en sus
esquinas, perceptibles desde la parte baja de la ciudad.
Desempeñó
funciones militares hasta 1954, cuando fue destinado al gobierno, como sede de
la Prefectura Civil, a la que se construyó un anexo para la Comandancia General
de la Policía del Estado. Conservó este uso hasta 1989, cuando se decide su
adecuación como Centro de las Artes. El inmueble, un edificio de dos pisos más
semisótano, de volumetría en forma de prisma de alongada planta rectangular fue
conservado, efectuando entonces operaciones internas para la configuración de
las salas y servicios, otorgándole una nueva dinámica para favorecer su puesta
en valor y la del entorno inmediato donde se implanta.
El
proyecto de rehabilitación y readecuación fue desarrollado por el arquitecto
Hernán Zamora, en el marco de los proyectos fomentados desde la Oficina Técnica
del Centro Histórico de Ciudad Bolívar, dentro del Programa de Revitalización
de la Ciudad, auspiciado por la Gobernación del estado Bolívar y el Gobierno
Español, a través de la Comisión “V Centenario del Descubrimiento de América”.
A su vera se comenzó a construir el inconcluso Teatro de Ciudad Bolívar, un
polémico proyecto de arquitectura moderna del arquitecto Oscar Tenreiro, que
buena parte de la ciudadanía confrontó porque velaba con su escala y volumetría
la icónica imagen del otrora Capitolio de Ciudad Bolívar.
Figura
3.11: Capitolio de Ciudad Bolívar. Fuente (Daniel Pronio, 2012) “Centro de las
Artes”. En Ciudad Bolívar en Fotos. Disponible en https://daproli.wordpress.com/2012/01/02/ciudad-bolivar-en-fotos/centro-de-las-artes-cbl/
Hospital
de Caridad de Barquisimeto
Dentro de
la adecuación de centros hospitalarios para las funciones culturales, un caso
notable y pionero, fue el proceso de restauración y readecuación a que fuera
sometido el antiguo Hospital de Caridad de Barquisimeto, para su adecuación
como Museo de la ciudad. El inmueble se encuentra ubicado en la Carrera 15,
entre las calles 25 y 26 de Barquisimeto, estado Lara. No obstante, deriva de
una permanente vocación de mutaciones y reúsos adaptativos operados en el lugar
desde el periodo hispánico.
El
hospital de Caridad de acuerdo con la tipología y planta que ha perdurado hasta
el presente como museo, había sido construido entre 1914 y 1918, según diseño de
estilo neoclásico, atribuido al arquitecto Justo Rosemberg. No obstante, la
intervención de Rosemberg aprovechó a su vez parte de la estructura precedente
del Hospital de San Lázaro de Barquisimeto, cuyos orígenes se remontan al siglo
XVI, específicamente al año 1579; se hablaba entonces del Hospital de Santiago,
emplazado en la manzana ubicada en el ángulo suroeste, de la plaza mayor, diagonal
a la iglesia de la Concepción. Durante el periodo hispánico la estructura
hospitalaria fue sometida a diversos procesos de refacción y reconstrucción,
hasta su colapso mayor en el terremoto de 1812.
En 1836
se emprende su reconstrucción como Hospital de Caridad, pero no sería sino
hasta 1877 cuando se vigoriza su restauración integral y actualización de forma
conspicua, gracias al impulso que se le da, a raíz de la visita del médico Luis
Razetti a Barquisimeto y
su encuentro con el doctor de origen barquisimetano Antonio María Pineda,
formado en París, aunado a la acción de la Sociedad de Beneficencia presidida por el
Presbítero Juan Pablo Wohnsiedler, nombrado canónigo de la catedral de
Barquisimeto, ese mismo año (Fundación Polar, 1997b). A partir de esta, se
inició una campaña, que deviene en 1878 en la primera refacción y modernización
del hospital liderada por el doctor José de Jesús Fréitez Hernández (Ceballos,
2008, p. 120), con el fin de que sirviera como centro pedagógico de los
estudios de Medicina adscritos al recién creado Colegio Federal de
Barquisimeto, uniendo esfuerzos entre el Estado y la sociedad civil.
El
proceso de perfeccionamiento del inmueble se retoma en 1914, gracias al
sostenido impulso del doctor Antonio María Pineda, con el fin de someterlo a
trabajos de restauración, ampliación y dotación de nuevas instalaciones,
concluidos en 1918 como nuevo Hospital de Caridad, según proyecto del
arquitecto de origen alemán Justo Rosemberg. Para lograrlo, se integraron tres
lotes de terreno; primero, el original ocupado por el antiguo hospital San
Lázaro, construido en 1.579; segundo, el de la Cárcel Pública, destruida por el
terremoto de 1812 y como tercero, una casa de habitación particular. A
partir de entonces el hospital adquirió el rango de Universitario gracias a que
“los catedráticos combinaron y articularon los estudios médicos con la atención
y el cuidado de los enfermos, una incipiente forma de docencia e investigación”
(Giménez Lizarzado, 2018).
Entre
1922 y 1924, reiterando el reúso adaptativo conjugado armónicamente con la
conservación, se levantó en el centro del patio del hospital, una capilla bajo
la advocación de San Miguel, gracias al fomento de las labores piadosas de las
hermanas de la congregación de San José de Tarbes, que se ocupaban de la
asistencia del hospital. La capilla, de planta centralizada, en forma de cruz
griega y lenguaje neoclásico, que acompasó al estilo del hospital, fue
edificada por el constructor José de la Cruz Paz (Suárez 2017, mayo 18).
En 1939 el hospital fue bautizado como Antonio María Pineda, por decreto
municipal en honor a su promotor. La institución funcionó allí hasta 1954,
cuando se decide su traslado a un moderno y amplio edificio construido ad hoc en
la Avenida Vargas, con lo cual el inmueble hospitalario fue destinado a
funciones castrenses, sirviendo como cuartel para el Batallón Piar, hasta su
desocupación en la década de 1970.
En 1974 presentaba
grandes problemas de conservación, por lo que llegó a considerarse su
demolición. Afortunadamente, un grupo de la sociedad civil encarnado en la Fundación
Sociedad Amigos de Barquisimeto (FUNDASAB) llevó a cabo una serie de acciones,
lideradas por su presidente, Raúl Azparren (Suárez 2017, mayo 18), dirigidas a
la adquisición, restauración y readecuación del antiguo hospital. Esto se
articuló con el decreto de creación en 1977 del Museo Regional Centro
Occidental por parte de la gobernación, a lo que se sumó el Concejo Municipal
de Barquisimeto, que, a través de su presidente, el doctor Gustavo Adolfo
Anzola, asignaron para servir como sede del museo, el inmueble del antiguo
hospital adquirido por la municipalidad (Gómez de Blavia, 1985:225). A partir
de entonces se emprendieron los trabajos de restauración y readecuación, los
cuales vieron fruto el 18 de Julio de 1982, cuando se inauguró el Museo de Barquisimeto,
como institución con la misión de “preservar y difundir la memoria histórica y
cultural de la ciudad”, otorgándosele para ello como sede el antiguo edificio
hospitalario.
El
proyecto de restauración y readecuación de uso fue desarrollado por un equipo
multidisciplinar de arquitectos y especialistas en museología, quien logró
optimizar y poner en valor las salas de hospitalización como salas de
exposición, conservando la capilla como cuerpo simbólico en el corazón del
patio. Con el pasar de los años y el uso sostenido, el inmueble había ido
demandando acciones de conservación lo cual suscitó que en 2021 se iniciaran
trabajos de conservación para corregir problemas de filtraciones en las
cubiertas, reparación de fachadas y “adecuación integral”, para lo cual fueron
destinados 14 mil millones de bolívares (Noticias Barquisimeto, 2021, enero
28). Las obras se han prolongado hasta el presente, en el cual se encuentran
involucradas la Fundación de Museos Nacionales, a la que se encuentra adscrita
la institución y el Instituto Municipal de la Vivienda, adscrito a la Alcaldía
de Iribarren, responsable de los trabajos de restauración en proceso (Noticias
Barquisimeto, 2022, junio 4).
Figura
3.12: Museo de Barquisimeto (mubarq, 2015). Disponible en http://mubarq.fmn.gob.ve/el-museo
3.6.- DE
CINES TEATRO A CENTROS COMERCIALES
Teatro
Ayacucho
En cuanto
a transformaciones a la inversa, es decir pasar del ámbito cultural originario
al comercial, podemos encontrar como ejemplo, la restauración y readecuación
del Cine-Teatro Ayacucho en Centro Comercial, dentro del que se contempló la
formación de locales comerciales de comida rápida y salas de cine de pequeña
escala, aprovechando el otrora espacio dedicado al patio, los balcones y el
proscenio del teatro. La edificación
había sido proyectada y construida bajo la dirección del arquitecto Alejandro Chataing
en 1925, siendo el segundo cine en instalarse en la ciudad. La intervención
adaptativa se efectuó entre 1993 y 1994, bajo la asesoría del arquitecto Ciro
Caraballo, siendo declarado Monumento Histórico Nacional precisamente ese año.
El
inmueble constaba de “un alto vestíbulo, y un área con aforo para 1.300 espectadores,
distribuidos entre la platea, balcón y gradería; presentaba, además, un
escenario con camerinos y tramoya desarrollados en tres niveles” (Instituto del
Patrimonio Cultural, 2007: 22). Si bien la intervención obligó a la subdivisión
del espacio principal para la inserción de los locales, el proyecto conservó la
envolvente general del espacio teatral, con sus detalles ornamentales, además
de la fachada y el ámbito del vestíbulo de la edificación, manteniéndose en uso
hasta el presente.
Figura
3.13: Teatro Ayacucho (Dayanadoriafotografia, 2022). Disponible en https://www.facebook.com/dayanadoriafotografia/posts/7681037418637144/
Teatro Principal
Dentro de
las actuaciones sobre teatros y cines una intervención que oscila entre la
restauración y la readecuación de uso fue la del Teatro Principal, localizado
en la esquina noroeste de la plaza Bolívar de Caracas. Si bien el proyecto
conservó el uso de teatro, la restauración debió incorporar conceptos del reúso
adaptativo, para poder actualizar la edificación a las técnicas de las
instalaciones eléctricas, mecánicas y acústicas contemporáneas.
El teatro
fue diseñado por el arquitecto Gustavo Wallis Legórburu, con apoyo en el diseño
interior, de Carmen Helena de las Casas, y la firma de arquitectos franceses, Pierre
Lahalle y Georges Levard, siguiendo líneas de estilo art decó, aunque
utilizando un esqueleto de estructura metálica. Fabricada por la Trucson Steel
Company, constituyó la primera experiencia del uso de una armazón de acero en
una edificación en Venezuela, lo cual se combinó con otros adelantos tales como
la implementación de un balcón delantero, el montaje de la primera viga balcón
ensamblada en su totalidad in situ en el país, y tratamiento acústico en los paramentos
de las paredes. Comenzó a funcionar el 18 de abril de 1931, con capacidad para
760 espectadores, siendo sometido a una remodelación en 1953, en la cual se eliminaron
numerosos elementos decorativos art decó originales. Con el tiempo se adaptó
también para el desempeño de funciones cinematográficas, con lo cual devino en
el segundo cine de la ciudad, función que se alternaba con las actividades teatrales,
hasta 1990 cuando se dedicó exclusivamente a funciones de cine mexicano (Polito, 2008).
En el marco
de la conmemoración del Bicentenario de la Independencia, a través del Gobierno
del Distrito Capital (GDC), el Instituto Metropolitano del Patrimonio y la
Alcaldía de Caracas se emprendió su restauración y readecuación según proyecto
de la arquitecta Nelly del Castillo, siendo reinaugurado en 2011. El proyecto
contempló acciones de restauración en la “fachada, vestíbulo, iluminación
monumental, ascensor, tramoya y escena”, alcanzando dentro de la intervención una
capacidad de 710 asientos, distribuidos a razón de 465 puestos en el patio, 123
puestos en el primer balcón y otros 122 en el segundo balcón. En la actualidad,
la edificación funciona como sede de la Banda Marcial de Caracas y de la
Compañía Distrital de Teatro (Herrera, 2017:62).
Figura
3.14: Teatro Principal (AdbA Art Deco Venezuela, 2017). Disponible en
https://www.facebook.com/photo/?fbid=1666793603347794&set=pcb.1666795283347626
3.7.- DE SEDES CORPORATIVAS A CENTROS CULTURALES
Otros
ejemplos de adecuación de usos fueron los proyectos a que fueron sometidas algunas
casas sede de la Compañía Guipuzcoana. En particular las de Puerto Cabello y Cagua,
readecuadas para funciones culturales y la de La Guaira transformada en sede
del gobierno regional.
La
Casa Guipuzcoana de Puerto Cabello
La sede
de Puerto Cabello responde “al patrón de una entidad palaciega compuesta por
dos secciones autónomas de planta rectangular, hilvanadas a través de un eje
longitudinal de simetría relativa sobre el cual se disponía una puerta de
conexión entre ambas secciones. El conjunto buscaba imprimir el imaginario del
tipo edilicio de un ‘caserío vasco’, formado por un volumen compacto que reunía
las funciones de trabajo y vivienda en una misma célula, lo cual se satisfizo
al igual que en las sedes de La Guaira y Maracaibo” (Pérez Gallego, 2022:134).
Constaba de dos secciones contiguas; una de mayor área y dos pisos al frente, que
contenía un pequeño ático retranqueado en un tercer nivel, y otra de menor área
de un solo nivel en la parte posterior. Ambas se disponen en forma de U,
mediante tres crujías organizadas en torno a un patio interior, separadas por
un corredor transversal abierto hacia los flancos.
La
primera sección, congregaba las oficinas y demás salas de trabajo
administrativo, en el nivel de tierra; las dependencias habitacionales de los
factores y personal de la compañía, en el piso superior, más un mirador para
vigilar la llegada y pernocta de los navíos en el ático. La segunda sección se subdivide
a la vez en dos partes, de las cuales la primera concentra los espacios de
control y acopio de mercancías, en tanto la segunda contempla un cobertizo
abierto hacia un traspatio ulterior de traza trapezoidal, dedicado por su
patrón espacial a caballerizas y servicios (Pérez Gallego, 2022:134).
Fue
restaurada y reacondicionada en 1995 como sede de la Biblioteca Ramón Díaz Sánchez, por el arquitecto
restaurador Andrés Kresten Norgaard Weissenberg, quien procedió a a la
liberación de componentes extraños que habían desvirtuado la esencia del
edificio hispánico vasco primigenio, restituyendo los balcones techados y los
sistemas de cubiertas y cerramientos de madera, rehabilitando los espacios
interiores en torno al patio para las dependencias de depósito, consulta y
administración de la Biblioteca. En la actualidad se encuentra desocupada y con serios problemas conservativos, aunque han iniciado obras cuyo destino final no está claro. El inmueble debiera ser nuevamente restaurado y reacondicionado para funciones cónsonas con su espacialidad.
Figura
3.15: Casa Guipuzcoana, Puerto Cabello
(Rebeca Figueredo, 2021). Disponible en
https://twitter.com/ekafig/status/1394658408251502595/photo/1
La Casa
Guipuzcoana de Cagua
La Casa
Guipuzcoana del estado Aragua se emplaza en la localidad de Cagua, enclave
crucial de la actividad agrícola desarrollada en los Valles de Aragua durante
el siglo XVIII. Se sitúa en el encuentro de las calles Bolívar con Piar, sirviendo
como sede tanto al “Museo de Arte e Historia de Cagua”, como al Ateneo de Cagua.
Se construyó alrededor de 1777, por iniciativa de la Compañía Guipuzcoana para
servir como “centro de acopio y distribución de todos los productos que se
cultivaban en el centro del país”.
La casa
fue recuperada y restaurada por iniciativa de los pintores locales, Jorge
Rafael Gómez, Evelio Giusseppi y su alumno Rafael Herrádez, junto con el
cronista local Sótero Arteaga Miquelena y el doctor José R. Gil, fundadores del Museo
de Arte e Historia de Cagua, entre otras personalidades comprometidas con la
idea. El museo había sido inaugurado el 5 de mayo de 1977, funcionando
originalmente en la Casa de la Cultura, institución derivada de la Sociedad
Amigos de la Cultura de Cagua, establecida en 1972. No obstante, ante la falta
de sede propia, surgió entre sus fundadores la idea de recuperar para su
funcionamiento, el inmueble que había servido como sede a la Compañía
Guipuzcoana en Cagua (Giusseppi y Díaz, 2016).
El Museo
se estableció como fundación el 3 de diciembre de 1984,
teniendo como principal objetivo, “gestionar ante el Congreso de la República,
y la Junta Nacional de Protección y Conservación del Patrimonio Histórico y
Artístico de la Nación, para la adquisición de la Casa Guipuzcoana como sede de
la fundación Museo de Arte e Historia de Cagua” (thebicben, 2017).
El
inmueble fue declarado Monumento Histórico Nacional, según la Gaceta Oficial
N.º 33.407, de fecha 7 de febrero de 1986 (Instituto del Patrimonio Cultural,
2006:31). Luego de sucesivas décadas de abandono y deterioros acumulados, se
inició entonces la restauración de la casa por etapas, según proyecto del arquitecto
Juan García Maldonado (Martínez, 2008). El inmueble fue finalmente adquirido
por el Municipio en 1995, manteniendo la custodia hasta el presente. Según la
describe el Instituto del Patrimonio Cultural:
La edificación es de
dos pisos y está ubicada en una esquina, se organiza en una planta trapezoidal,
cuyos espacios se distribuyen alrededor de un patio central, delimitado por
corredores perimetrales con arcadas rebajadas soportadas por columnas de
sección circular. Su techo está elaborado en estructura de madera con caña
amarga y acabado en teja de arcilla, su entrepiso en pares de madera y tablas
del mismo material. En su fachada destaca el acceso principal enmarcado por dos
pilastras cilíndricas, así como ventanas con repisas y guardapolvos en arcos moldurados,
dos pequeños balcones con estructura y barandillas de madera protegidos por
pequeñas cubiertas inclinadas que continúan el alero perimetral del inmueble.
El
inmueble sigue desempeñando funciones culturales hasta el día de hoy,
ofreciendo salas de exposición, permanentes e itinerantes, y salones para
tertulias y encuentros de la comunidad de Cagua, en los espacios otrora
corporativos y de depósito comercial, de las transacciones de la Real Compañía
Guipuzcoana en Cagua, como fase intermedia antes de su traslación a la casa de
Puerto Cabello, para su traslado al exterior.
Figura 3.16: Casa Real Guipuzcoana de Cagua (THEBICBEN,
2017). Disponible en https://caguaysugente.wordpress.com/2017/11/11/casa-guipuzcuana/
Edificio
Las Laras de Maracaibo
Ejemplo
digno de mención lo constituye el edificio Las Laras, ubicado en la Calle 77, entre
las avenidas 9B y 10 de Maracaibo. Fue proyectado en 1928 como sede corporativa
de la compañía petrolera Royal Dutch Shell, función que conservó hasta 1956
cuando la empresa trasladó su sede administrativa a Caracas. A partir de
entonces, el edificio fue destinado en arrendamiento a las funciones de
distintos organismos públicos, entre otros a las oficinas de la Compañía
Anónima Nacional de Teléfonos de Venezuela (CANTV). Debido a su significación
histórica para la industria petrolera del país y a sus valores arquitectónicos, fue declarado Monumento Histórico Nacional, según Gaceta Oficial N.º 34.831,
del 31 de octubre de 1991 (Instituto del Patrimonio Cultural, 2010: 72).
El
edificio ocupa una manzana del tejido urbano de Maracaibo. Está constituido por
cuatro crujías de dos plantas, dispuestas en torno a un patio central de planta
cuadrada, y rodeadas por galerías en forma de balcones en volado, soportados
por ménsulas dobles de madera hacia los exteriores, en los que se combinan el
concreto, el acero y la madera, en un intento sincrético por expresar una
fusión entre la tradición y la modernidad.
No
obstante, el 24 de junio de 1994 fue afectado por un incendio que dañó gran
parte de la estructura. A raíz de este fue sometido a un proceso de
restauración que concluyó en 2003, con auspicios de la misma empresa Shell, que
retomó inicialmente sus espacios como sede de varias dependencias de la empresa
en Maracaibo. Luego de un proceso de expropiación por parte del Estado, pasó a
través de Petróleos de Venezuela a servir como sede filial del Centro de Arte
La Estancia en la ciudad de Maracaibo, para el desempeño de actividades
culturales análogas a Pdvsa La Estancia de Caracas, destinándose al desarrollo
de exposiciones, conferencias y talleres, entre otras (Fernández, 2012:14).
Figura
3.17: Edificio Las Laras, Maracaibo (PDVSA La Estancia, 2013) Disponible en
https://www.facebook.com/PDVSALaEstanciaOficial/photos/a.173995019390285.33660.130175993772188/305808792875573/
3.8.- DE SEDES MINISTERIALES A BIBLIOTECA
El antiguo Ministerio de Educación
Un caso atípico de reúso adaptativo
que también merece destacarse, fue el que se implementó en el inmueble
decretado y proyectado en 1934, bajo el gobierno de Juan Vicente Gómez por el
arquitecto Guillermo Salas, para destinarlo como Ministerio de Agricultura. Los
cambios políticos suscitados a raíz de la muerte de Gómez desencadenaron
cambios en las políticas de estado, que incidieron en 1936 en otra opción. Se
decidió entonces que el inmueble una vez concluido fuese destinado como sede
del Ministerio de Educación, lo cual se concretó en 1938.
El edificio consiste en un volumen
prismático de planta cuadrangular de cuatro plantas dispuestas en forma de
anillo perimetral formado por dos salas en “U”, al norte y al sur, separadas
por el acceso y el núcleo de escaleras de dos tramos en reversa, al oeste y al
este respectivamente, dispuestas en torno a un espacio central que reitera la
planta cuadrada desde el nivel inferior hasta la cubierta, tratada en forma de
gran lucernario. El inmueble fue declarado Monumento Histórico Nacional según
Gaceta Oficial nº 31.900 de fecha 10 de enero de 1980 (Moreno, 1998: 101).
Con el pasar de los años, se hizo
insuficiente para concentrar las funciones educacionales del país, por lo que,
en el marco del Segundo Centenario del Natalicio de Bolívar, se construyó una
nueva sede ministerial en la esquina de Salas, inaugurada en 1983, que
permitió, una vez desocupado el inmueble, se readecuara como sede de la
“Biblioteca Pública Central de la Ciudad de Caracas” (Moreno, 1998: 101), luego
bautizada como Biblioteca Metropolitana Simón Rodríguez.
El proyecto de restauración y
readecuación fue desarrollado por el arquitecto Lesmes Castañeda, quien logró
conservar los espacios originales del edificio y su rica ornamentación art
decó, en particular de los vitrales que ambientan el fondo del núcleo de
circulación y la cubierta del ámbito central a triple altura. El proyecto logró
compatibilizar el programa de usos de la biblioteca, segregado en diversas
salas de lectura y consulta, además de los depósitos de documentos y libros con
las potencialidades espaciales del inmueble, cuyas funciones se mantienen en
uso hasta el presente.
Figura
3.18: Biblioteca Simón Rodríguez. (Fundación Arquitectura y Ciudad, 2015). Disponible
en https://fundaayc.com/2015/12/08/1983-restauracion-y-el-cambio-de-uso-del-antiguo-ministerio-de-educacion-biblioteca-metropolitana-simon-rodriguez/
3.9.- DE
PRESIDIOS A CENTROS MUSEÍSTICOS
Cárcel
Real de Ciudad Bolívar
La
restauración y readecuación del inmueble que albergó la Cárcel Real de
Angostura, que se comenzó a levantar durante el periodo hispánico, bajo la
progresista gestión del gobernador Manuel Centurión Guerrero, también
representa un interesante caso sobre el tema del reúso adaptativo. Si bien se vino
a concluir mucho después, perpetuándose en construcción durante los periodos
gubernamentales siguientes, logró prosperar en particular durante la gestión
como gobernador del ingeniero militar Miguel Marmión, quien le inyectó recursos
para acelerar su construcción, a costa del impuesto del guarapo que Centurión
había destinado a la fábrica de la iglesia parroquial. Aun así, no logró
concluirse, viniendo a concretarse ya avanzado el siglo XIX, y después del
proceso de Independencia. En 1866 ya se encontraba en funciones según algunos
testimonios documentales (Fernández, 1995).
En la
época castro-gomecista la Cárcel Vieja se fue saturando, incrementando el
número de presidiarios, al grado de devenir en una estructura insalubre, cuasi
inhabitable. Rufino Blanco Fombona, refería en una comunicación dirigida al
Secretario General de Gobierno, Eliseo Vivas Pérez, en 1907: “La cárcel de
Ciudad Bolívar es inhabitable para ninguna persona (…) La cárcel la constituyen
dos patios, separados por un muro: el patio de entrada, más pequeño, y el del
fondo, en donde estoy, un cuadrado perfecto, de una sola planta siete metros de
largo por siete de ancho. Encuadran este patio donde pululan hasta 80 presos,
la más abigarrada plebe de asesinos y ladrones. Los calabozos son seis y un excusado,
es decir siete letrinas” (Fernández, 1995: 201).
Después
de décadas de uso, en el que sus espacios fueron utilizados de manera intensiva
y desmedida, el edificio de la Cárcel Vieja de Ciudad Bolívar fue restaurado en
1980, con auspicio de la Corporación Venezolana de Guayana, bajo la dirección
del arquitecto Graziano Gasparini, con el fin de destinarlo inicialmente al
Archivo Histórico del Estado Bolívar. No obstante, a finales de la década se
adecuó para alojar la sede del Museo Etnográfico de Guayana, inaugurado en
julio de 1988, siguiendo un proyecto elaborado por la antropóloga María Eugenia
Villalón. En su propuesta se liberaron los espacios de presidio que devinieron
en salas expositivas, en torno a los patios del inmueble. El museo alberga la
exposición permanente de su colección, integrada por piezas de cestería y
tallas de las etnias de la región, además de muestras temporales de colecciones
particulares u otras instituciones, así como talleres, seminarios y visitas
guiadas (Fernández, 1995).
Figura
3.19: Cárcel Real, Ciudad Bolívar (Fernández Américo, 2016) Disponible en
http://cronicasdelhijodebolivar.blogspot.com/2016/05/visitando-la-carcel-vieja-de-ciudad.html
Cárcel
de Maracaibo
Otro
inmueble derivado de la actividad penitenciaria readecuado para nuevas
funciones, aunque en este caso inconcluso, es la cárcel de Maracaibo, conocida
como el Retén Bella Vista. Fue proyectada y construida en 1894, bajo la gestión
del presidente constitucional del Zulia Jesús Muñoz Tébar, por su hermano el
ingeniero Luis Muñoz Tébar, adoptando un singular lenguaje neo egipcio,
utilizado en otras construcciones carcelarias del contexto occidental, para
conferirle el carácter de presidio.
El
proyecto de Muñoz Tébar fue sometido a diversas intervenciones a través del
tiempo. En la década de 1930, durante la gestión del gobernador Vincencio Pérez
Soto fue segregado y ampliado para poder albergar al creciente número de reos
de la dictadura gomecista. Durante el periodo de Pérez Jiménez se convirtió en
cárcel política y al término de esta fue reformulado como retén policial temporal.
Según lo describe el Catálogo del Patrimonio Cultural venezolano (Instituto del
Patrimonio Cultural, 2010: 64), el edificio se caracteriza por los rasgos
siguientes:
El acceso está
enmarcado por dos torres en forma de pirámide truncada con tres ventanas cuyo
borde superior culmina con molduras sencillas, evidenciando un eje simétrico en
el cual se ubican seis columnas de estilo ecléctico. Tiene patio central con
pisos de mosaico y grandes columnas de la época. En la parte posterior del
patio se encuentran unos pequeños salones, cerrados y con poca ventilación, que
fueron utilizados como calabozos. Los techos son planos de platabanda, éstos
servían como azotea para hacer las guardias. Tiene oficinas administrativas
para los tribunales, archivos, enfermería y otros servicios.
En 1988
se había creado el Centro Rafael Urdaneta - CRU, con el objetivo primordial de “desarrollar
el plan integral de renovación urbana y el rescate patrimonial y cultural de
Maracaibo”. La edificación se mantuvo en funciones hasta 1989, cuando en la
gestión del gobernador Oswaldo Álvarez Paz se decidió comenzar a trasladar a
los presos del momento a otra sede, con el fin de dedicar el edificio
decimonónico como sede del Museo Antropológico del Zulia y del Instituto
Municipal de la Gaita, con el fin de materializar un proyecto institucional que
se venía considerando desde 1976. A pesar de ello el proceso se complicó debido
a un incendio acaecido en 1996 que afectó el interior del retén y gran parte de
sus cubiertas.
Luego de
esto, aunque se efectuaron algunas obras como la restauración de la fachada en
2013 y labores de limpieza de escombros y consolidación interior en 2015, el
proyecto se ralentizó. Ese año, el gobernador del momento, Francisco Arias
Cárdenas anunciaba que el inmueble, para ese entonces bajo tutela de la
Secretaría de Cultura del estado, sería adecuado como “centro turístico y sede
de la Policía Turística de la región (Pérez, 2018).
A
mediados de 2017, el expresidente del Centro Rafael Urdaneta, Gustavo Pérez, aseveraba
que el proyecto de restauración y readecuación del inmueble del viejo retén
estaba contemplado dentro del plan integral de recuperación y reordenamiento
del casco central de Maracaibo, que desde 2013 había sido declarado Zona de
Interés Turístico Nacional. Como parte de esta iniciativa y luego de diez meses
de obras, hasta esa fecha, se “habían recuperado la cubierta del techo, el
enorme aljibe central, instalaciones eléctricas, instalaciones de agua,
dormitorios, oficinas y rejas principales, con la premisa de mantener el
aspecto “lo más original posible” (Pérez, 2018).
No
obstante, las obras se paralizaron en 2018, durante la gestión del gobernador
siguiente, manteniéndose en espera desde entonces de que el Centro Rafael
Urdaneta, bajo la presidencia del ingeniero Francisco Urbina, retome los
trabajos, para retornar el inmueble a la ciudad con un nuevo uso alejado del
que ostentó en sus orígenes, permitiendo el disfrute colectivo del singular
edificio decimonónico.
Figura
3.20: Cárcel de Bella Vista, Maracaibo (Rjcastillo, 2012) Disponible en https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Antiguo_Reten_de_Bella_Vista_I.jpg
CONCLUSIONES
Y REFLEXIONES
El reúso
adaptativo es un tipo de intervención que puede acompasar a los procesos de
conservación y restauración de bienes culturales, siempre que se efectúe de
manera respetuosa y considerando los valores del bien a preservar por encima de
las demandas programáticas a adecuar. En otras palabras, el uso debe adecuarse a
lo que el inmueble permite en cuanto a capacidad, espacialidad e imagen y no a
la inversa, ya que en ese caso entraríamos en un tipo de intervención afín a la
rehabilitación, donde lo que domina no es el bien por preservar sino el destino
utilitario.
En otras palabras,
se trata de alcanzar un justo equilibrio entre el inmueble de valor patrimonial
y sus valores y la adaptación de lo que este permite para albergar los nuevos
usos. Ello no está reñido con la actualización de instalaciones y la
incorporación de algunos componentes de nueva factura, pero estos en ese caso
deben ser reversibles y distinguibles respecto a los componentes originales
precedentes.
En Venezuela,
como en todos los países se cuenta con significativos números de inmuebles en
todas sus ciudades, protegidos como Bienes de Interés Cultural y Monumentos Históricos
Nacionales, que ofrecen grandes potenciales de reutilización para otras
funciones, compaginados con su debida restauración. La lista de inmuebles expectantes por ser sometidos a procesos de restauración y readecuación es larga. Entre otros podemos referir casos como el Cuartel San
Carlos de Caracas, para el que se había planteado inicialmente dedicarlo a Museo de la Ciudad y más tarde como Centro de Culturas; la quinta Las Mercedes, residencia de Eleazar López Contreras
en La Quebradita, Caracas, para la que se desarrolló un proyecto en 1991, con el fin de dedicarla a centro de talleres artesanales, liderado por la Fundación del Niño; el edificio de la Antigua Corte Suprema de Justicia, de Caracas, que
fuera sede del Museo Nacional, también contemplada su readecuación como Museo con el fin de recuperar en este caso su simbólica vocación primigenia; así como los inmuebles de uso otrora turístico, como el hotel Miramar, en Macuto, y los hoteles Guaicamacuto, antiguo Macuto Sheraton, o el Meliá Caribe, en Caraballeda, los tres en espera de restauración y adecuación a usos compatibles.
Estas son solo algunas de las edificaciones que ofrecen un enorme potencial, no
solo para albergar nuevas funciones, sino también para compaginarlas con su
conservación y restauración, de acuerdo con lo establecido en el artículo 5 de
la Carta de Venecia, que referimos al inicio. No obstante, estas deberán
siempre inclinarse más a la adecuación interna de los espacios, minimizando los
añadidos, para cumplir con lo referido en el artículo 13, que señala, “las adiciones no pueden
ser toleradas si no respetan todas las partes que afectan al edificio, su
ambiente tradicional, el equilibrio de su conjunto y sus relaciones con el ambiente
circundante”. ¡Ese es el reto!.
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